Giraba cual bailarina
experta en la danza clásica
con un vestido azul y verde
tejido por el universo.
Llena de luz y sosiego
ella seguía su rumbo
con sus fieles compañeros
alrededor de este mundo.
¿O era ella el mundo?
ese lugar inmenso
de praderas radiantes
y mares profundos.
Parásitos oriundos
de bosques de cemento
se robaban su corazón
para matarlo.
Ya no era la misma
el humo la dañaba
ya no tenía ese escudo
que protegía su cara.
Y le dolía, y le quemaba
ardía la flora
ardía la fauna
ardía su alma que día y noche lloraba.
Así los océanos rebalsaban
y todo a su paso derrumbaba
los piojos le quitaban la sangre
como fieras desconsideradas.
Todavía le arde, todavía llora
y pese a su esfuerzo
no puede parar.
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